Cada uno de nosotros tenemos ciertos rasgos personales que nos distinguen de los demás. Algunas personas son extrovertidas y otras introvertidas, algunas son optimistas y otras pesimistas, otras más pueden ser agresivas, mientras que unas más son apacibles. La personalidad es, sin duda, el proceso de construcción y desarrollo más complejo del ser humano. Por ello, la psicología requiere de una gran cantidad de conceptos y teorías que le permitan ir acercándose a una explicación cada vez más completa de lo qué es la personalidad.
La personalidad está estructurada por el conjunto de patrones distintivos individuales de: pensamientos, sentimientos y comportamientos. Es lo que popularmente conocemos como “nuestra forma de ser”. El término personalidad se refiere a lo que nos define como personas: quién soy yo, quién he sido, quién podré llegar a ser. Incluye nuestras características individuales: talentos y capacidades específicas, valores, actitudes, emociones y motivaciones.
Entre los componentes más importantes de la personalidad tenemos la autoimagen y el autoconcepto, que tienen que ver con la forma en que nos vemos a nosotros mismos. La autoimagen es la concepción física y corporal que tenemos de nosotros y el autoconcepto, que complementa nuestra autoimagen, es aquello que pensamos sobre nosotros. Son componentes importantes, porque la forma en que nos vemos y valoramos tiende automáticamente a ser reproducida en nuestras acciones cotidianas. Si nos vemos guapos, actuamos como guapos, si nos consideramos tontos, actuamos como tontos, si nos vemos optimistas, también actuaremos de esa manera.
Nuestro autoconcepto y autoimagen también influye en nuestra autoestima. Una autoestima alta resulta en una persona segura de sí misma, orgullosa y con altas probabilidades de éxito en lo que se propone. La autoestima baja, en cambio, produce falta de seguridad, desconfianza en sí misma y la probabilidad de fracasar en aquello que realiza.
Los rasgos principales de nuestra personalidad interactúan con las situaciones que se dan en nuestra vida y que resultan en nuestra forma particular de comportamiento. La relación rasgos-contexto se refiere al cómo las circunstancias y eventos externos influyen en la conformación de nuestra personalidad total.
En este apartado estudiaremos una teoría del desarrollo de la personalidad, muy diferente al psicoanálisis y también completamente diferente al conductismo. De hecho, se autodenomina como la tercera fuerza, en alusión a su separación de esas dos fuerzas teóricas predominantes en su época. Nos referimos a la perspectiva humanista, la cual pone el énfasis en la subjetividad al interpretar nuestras vivencias personales, en el potencial y en la autorrealización del individuo.
Maslow y la búsqueda de la autorregulación
El comportamiento es guiado por la imagen y concepto que cada persona elabora de sí mismo, por sus percepciones subjetivas del mundo y por sus necesidades de crecimiento personal. (A. Maslow)
Estas son las principales premisas que la perspectiva humanista plantea para explicar la motivación y comportamiento de las personas. La llamada tercera fuerza difiere del psicoanálisis, al rechazar que el desarrollo humano este determinado por fuerzas inconscientes, fuera del control del individuo. También difiere del conductismo al no aceptar que el ambiente controle todo el comportamiento. Rechaza asimismo que las leyes de la conducta, producto de la investigación con animales, sean del todo aplicables al comportamiento humano. En resumen, rechaza las teorías que tienden al determinismo.
Los teóricos humanísticos se inclinan por una psicología específicamente humana, basada en el desarrollo de las potencialidades y el crecimiento psicológico de la persona, su capacidad de elección y la búsqueda de su autorrealización. De acuerdo con ellos, todos tenemos ese potencial. La tarea de esta psicología es guiar al sujeto para que identifique sus potencialidades y las haga crecer hasta su propia autorrealización.
Abraham Maslow, fundador de la perspectiva humanista, pensaba que los seres humanos somos buenos por naturaleza y que siempre estamos en la búsqueda de manifestar nuestros potenciales. Para explicar el desarrollo del potencial humano, estudió la vida de personajes ilustres, tales como Albert Einsten, William James, Eleanor Roosvelt, Abraham Lincoln y Walt Whitman, entre otros. Sin embargo, pronto se dio cuenta que cualquier persona, sin importar su estatus social o intelectual, podía llevar una vida creativa y satisfactoria, desarrollando sus propios potenciales, es decir autorrealizándose. Maslow explica las motivaciones humanas mediante una jerarquía de necesidades.
En la jerarquía de necesidades se organizan las necesidades humanas en términos de su importancia para la supervivencia. Transita desde las necesidades fisiológicas del desarrollo, pasa por las necesidades psicológicas básicas de seguridad y afecto hasta llegar a las necesidades de crecimiento personal. De acuerdo con Maslow, en la medida que logramos cubrir nuestras necesidades de nivel básico, las necesidades de nivel más alto comienzan a activarse, y demandan ser satisfechas.
Pirámide de Maslow.
El contenido de cada bloque de necesidades, es el siguiente:
- Necesidades fisiológicas: el hambre, la sed, el sueño.
- Necesidades de seguridad: salud, tranquilidad, orden, estabilidad.
- Necesidades de pertenencia, afecto y amor: amistad, pertenencia familiar y grupal, compañerismo, fraternidad.
- Necesidades de estima: reconocimiento de lo realizado, tanto de uno mismo (autoestima), como de los demás.
- Necesidades de saber y entender: logro intelectual, actitud de querer saber más de todo lo que nos rodea.
- Necesidades estéticas: aprecio y búsqueda de lo que se considera bello
- Necesidades de autorrealización: necesidad de desarrollar todo nuestro potencial y alcanzar nuestras metas y aspiraciones.
Maslow llamó necesidades de deficiencia a las cuatro que ocupan la base de la pirámide (fisiológicas, seguridad, pertenencia y estima), cuya satisfacción disminuye el impulso para cubrirlas. A las tres del nivel superior (conocimiento, estéticas y de autorrealización) las llamó necesidades del ser, porque aun siendo satisfechas, el impulso motivacional no disminuye, sino que paradójicamente, aumenta el requerimiento de mayor satisfacción. Por ejemplo, entre más éxito tenemos en nuestros esfuerzos por saber y comprender un tema en particular, más queremos saber sobre él. Las necesidades del ser nunca son completamente cubiertas, ya que se encuentran en constante renovación.
Para Maslow la autorrealización es la más importante motivación psicológica. La necesidad de autorrealización surge después de que las necesidades fisiológicas y psicológicas básicas han sido satisfechas y cuando la autoestima se ha logrado. El impulso para la autorrealización es la motivación para lograr nuestro máximo potencial, para llegar a ser aquello que deseamos ser.
Maslow también señala que en el camino de la autorrealización podemos enfrentar nuevos descontentos e inquietudes, que se manifiestan cuando la persona no hace aquello que verdaderamente lo lleva a sentirse más motivado y preparado para realizar. Así, una actividad de aparente autorrealización, como la búsqueda obsesiva de dinero y de poder, puede en realidad esconder la compensación de otras necesidades básicas insatisfechas.
Después de estudiar la vida de muchas personas, tanto famosas como comunes, intelectuales y artesanos, burócratas y obreros, Maslow encontró que las personas autorrealizadas tienen ciertas características en común:
- Percepción objetiva y honesta de la realidad
- Aceptación de las deficiencias y defectos propios, y de los demás
- Creatividad en la resolución de los problemas cotidianos
- Compromiso con sus tareas y obligaciones
- Autonomía e independencia
- Curiosidad por el conocimiento
- Solidaridad y empatía
- Relaciones afectivas duraderas y armónicas
- Gusto por la soledad
- Sentido del humor
- Satisfacción por lo realizado
¿Crees cumplir con algunas o con todas esas características? Lo importante es saber que esas características no están determinadas para existir o no existir en cada persona. La idea de Maslow, por demás optimista, es que todos tenemos la potencialidad de autorrealización y por tanto, de ser felices.
Autoevaluación
Identifica de qué tipo de necesidades se trata cada una de las indicadas a continuación.